lunes, 6 de junio de 2016

CONDUCTA AUTOLESIVA EN ADOLESCENTES

Conducta Auto Lesiva en Adolescentes

 Las conductas autolesivas no reciben toda la atención que debieran, teniendo en cuenta que aproximadamente el 1% de los adolescentes desarrolla algún tipo de ellas. Se caracterizan porque el sujeto se autoinflige daños corporales (cortes, lastimaduras, golpes, etc.) o manifiesta conductas desaprensivas que lo ponen en riesgo. Suelen ser mucho más frecuente en personas con retraso mental, autismo u otras dolencias, pero también se halla entre quienes no portan alguna de ellas. Como se realiza a escondidas, es necesario estar atentos a los signos que pueden revelar su presencia.
 

  Caracterización
 Como resulta obvio, las Conductas Autolesivas (CAL) o Autoagresivas son aquellas mediante las cuales un individuo se inflige daño deliberadamente.
Consisten en efectuar cortes, magulladuras, escoriaciones, quemaduras, pinchazos, abrasiones, mordeduras, etc., sobre el propio cuerpo. También es frecuente la introducción de objetos debajo de la piel (tales como agujas, astillas y otros), interferir en la cicatrización de las heridas, así como arrancarse el cabello e incluso, según algunos estudiosos del tema, la ingesta de sustancias tóxicas en pequeñas dosis u objetos para producir malestar. Menos frecuentes, pero también alarmantes resultan acciones tales como conducir descuidadamente, la ingesta desmedida de alcohol y/o de drogas (legales o no) y las conductas sexuales promiscuas e inseguras, así como los desórdenes alimentarios.
Suelen ser producto de alguna otra patología (deficiencia mental, autismo, etc.) o bien un síntoma de alguna otra dolencia, normalmente asociadas a problemas emocionales, estrés, distintas formas de abuso, etc. Se descarta que tengan una entidad nosológica propia.
Un aspecto a tener en cuenta es que estas conductas tienen que persistir en el tiempo para ser consideradas autolesivas. En ese sentido, no pueden considerarse tales aquellas producto de un impulso único, consecuencia de algún desequilibrio puntual o, incluso, de algún brote psicótico aislado.
Diversos estudios dan cuenta de las razones de quienes se autolesionan. 
 Expresan que autoagredirse les permite lidiar con sentimientos intolerables para ellos o, en otros casos, para poder experimentar alivio de estados de tristeza abrumadora, ansiedad, adormecimiento sentimental, estrés o presión del entorno.
Otro argumento que esgrimen para llevarlas a cabo es que de esa manera se sienten en control de sus cuerpos y sus mentes, para poder expresar sus sentimientos, para desentenderse de otros problemas, para purificarse, para resolver un trauma o para evitar que su dolor alcance a otros. También algunos las experimentan por simple placer o porque afirman que ello los provee de energía.
El denominador común es que realizar estas prácticas les reporta algún beneficio, desde su punto de vista. La realidad indica que se trata, generalmente, de enmascarar las causas, conocidas o desconocidas, de lo que los perturba, una forma de huir de lo que los perturba que no es tal.
Existen algunas creencias erróneas a su respecto.
Una de las más comunes es que las personas que se autolesionan buscan llamar la atención. Esta afirmación se desmiente cuando se observa que una de las características más notables de las CAL es su privacidad. En efecto, la mayor parte de estas conductas se realizan en el más estricto secreto e incluso la vergüenza y el miedo hacen que muchos de quienes incurren en estas acciones autoinjuriantes no busquen ayuda, aunque estimen necesitarla.
También suele catalogarse a estas personas como locas o peligrosas. Si bien es cierto que todas ellas tienen problemas de diversa índole (inclusive, algunos de orden psiquiátrico), raramente podrán presentar peligro para los demás, puesto que sus acciones se dirigen hacia su propia persona. Y para muchos de ellos, lesionarse es producto de angustia, ansiedad, depresión u otros problemas que, si bien necesitan tratamiento, poco tienen que ver con la locura. En todo caso, ese tipo de estigmatización, lejos de ayudar, complica y suele ahondar la sintomatología.
Suele creerse que las CAL llevan en sí una intención de muerte. Hay desacuerdo acerca de si los intentos de suicidio (sin la verdadera intencionalidad de cometerlo) entrarían dentro de su espectro. Si bien para algunos investigadores ello es así, para la mayoría, aunque puede haber una relación, se trata de entidades diferentes.
Tampoco entran en su consideración los suicidios, aunque quienes practican las CAL posean una mayor tendencia hacia él y los casos más graves pueden poner en riesgo la salud y hasta la vida de las personas, por más que esa no sea la intención.
En general, lejos de buscar la muerte, lo que estas acciones les proporcionan es alivio para un dolor anímico, espiritual, psíquico (o como quiera llamárselo), para el que no encuentran otra solución y con el que no pueden lidiar por sí mismos.
Otra creencia muy arraigada es que si las lesiones no son graves, la cuestión no es tan seria.
La magnitud del daño no se corresponde con el grado de sufrimiento asociado. Aunque los signos externos resulten minúsculos se hace necesario buscar ayuda.
Un aspecto a tener en cuenta es que en ciertas culturas, subculturas y grupos existen conductas rituales orientadas a la autoflagelación, como sucede en algunos grupúsculos religiosos o en determinados círculos adolescentes, pandillas, etc., que obedecen, además de a desequilibrios mentales, a cuestiones sociales, que, no por serlo, dejan de requerir asistencia.
Otra característica importante para destacar es que, según estudios realizados en los EE.UU., se ha verificado que aproximadamente el 50% de las personas que han concurrido en busca de soluciones para su problema ha sufrido distintas formas de abuso.


 Signos de CAL

Como lo más usual es que dichas conductas se hagan en la más estricta privacidad y provoquen vergüenza en quienes las asumen, también es frecuente que se busque ocultarlas. Ello hace que su detección por terceros resulte dificultosa.
De todas maneras, existen ciertos indicios que es necesario tener en cuenta para poder advertirlas. Para ello, hay que estar atentos a:
– Heridas y cicatrices inexplicables o mal explicadas y recurrentes: signos de cortes, moretones y heridas en pecho, brazos, muslos, muñecas, etc.
- Huellas de sangre frecuentes en la ropa, toallas, sábanas, etc.; hallazgos reiterados de gasas, algodones y/o telas con rastros de ellas.
- La presencia de objetos aguzados o cortantes entre las pertenencias de la persona, sin que se justifique su posesión.
- Inusual sufrimiento de accidentes como explicación de la aparición de marcas y heridas en el cuerpo.
- No descubrir el cuerpo: como forma de ocultamiento, las personas que recurren a las CAL prácticamente nunca dejan que otros vean las partes de su cuerpo donde aparecen los signos de su actividad. Así, no se muestran en traje de baño ni usan polleras o pantalones cortos y ni aun en pleno clima tórrido dejan de vestirse con prendas de manga larga, entre otras formas de esconder los vestigios de su proceder.
- Necesidad de largos períodos de soledad: sobre todo en su dormitorio o en el baño, donde no dejan que otros entren.
- Aislamiento, irritabilidad y baja autoestima: suelen mostrar poca sociabilidad y molestarse ante situaciones que no lo ameritan, mucho más cuando se inquiere acerca de la aparición de marcas en el cuerpo. Al mismo tiempo, tienen una imagen devaluada de sí mismos..


 

 Tratamiento

Como estas conductas son síntomas o consecuencias de otros problemas, resulta evidente que lo que se debe atacar es el mal de origen.
En ese sentido, existe una amplia gama de tratamientos psicológicos, psicoanalíticos y psiquiátricos que pueden ayudar a resolver la problemática de base, que puede complementarse con medicación, para aliviar temporariamente la sintomatología. En otros casos, los más extremos (es decir, aquellos en que el daño suele ser grande o en los que existan posibilidad de suicidio), los medicamentos se mantienen durante el tiempo en que persistan dichas conductas, lo que importa períodos prolongados e, incluso, en los más graves y resistentes puede abarcar toda la vida.
Los medicamentos más comunes que suelen utilizarse son el ácido valproico (un anticonvulsivo), que actúa como un regulador para los impulsos. Sus efectos secundarios incluyen náuseas, vómitos, trastornos intestinales, alopecía, alteración de ciclos menstruales y toxicidad hepática, por lo cual, como con todas las drogas, es necesario un control estricto.
También los antipsicóticos, del tipo risperidona, olanzapina, ziprasidona, quetiapina y aripiprazol, pueden utilizarse, aunque su suministro a niños se halla altamente controvertido, además de por el efecto adictivo que algunos de ellos pueden desarrollar, por las secuelas a largo plazo que es posible que se produzcan.
Entre sus consecuencias no deseadas, pueden llevar al aumento de la masa corporal, ansiedad, insomnio, baja presión arterial, sedación, náuseas, cefaleas y otros problemas serios.
La naltrexona puede resultar útil para coadyuvar en el tratamiento de aquellos que manifiestan recurrir a las CAL como formas de placer. Utilizado normalmente para el tratamiento de intoxicaciones con opiáceos (como codeína, morfina y heroína), bloquea las sensaciones placenteras, con lo cual se anula dicha percepción de placer ante las autolesiones. Entre sus efectos adversos más comunes se hallan confusión, malestar estomacal, ansiedad, dolor en las articulaciones o en los músculos.

 
Publicado Por : Aida Ortega y Adrian Betancort.
3 primeras publicaciones Aida Ortega.
2 Ultimas Publicaciones Adrian Betancourt.


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