lunes, 6 de junio de 2016

CONDUCTA AUTOLESIVA EN ADOLESCENTES

Conducta Auto Lesiva en Adolescentes

 Las conductas autolesivas no reciben toda la atención que debieran, teniendo en cuenta que aproximadamente el 1% de los adolescentes desarrolla algún tipo de ellas. Se caracterizan porque el sujeto se autoinflige daños corporales (cortes, lastimaduras, golpes, etc.) o manifiesta conductas desaprensivas que lo ponen en riesgo. Suelen ser mucho más frecuente en personas con retraso mental, autismo u otras dolencias, pero también se halla entre quienes no portan alguna de ellas. Como se realiza a escondidas, es necesario estar atentos a los signos que pueden revelar su presencia.
 

  Caracterización
 Como resulta obvio, las Conductas Autolesivas (CAL) o Autoagresivas son aquellas mediante las cuales un individuo se inflige daño deliberadamente.
Consisten en efectuar cortes, magulladuras, escoriaciones, quemaduras, pinchazos, abrasiones, mordeduras, etc., sobre el propio cuerpo. También es frecuente la introducción de objetos debajo de la piel (tales como agujas, astillas y otros), interferir en la cicatrización de las heridas, así como arrancarse el cabello e incluso, según algunos estudiosos del tema, la ingesta de sustancias tóxicas en pequeñas dosis u objetos para producir malestar. Menos frecuentes, pero también alarmantes resultan acciones tales como conducir descuidadamente, la ingesta desmedida de alcohol y/o de drogas (legales o no) y las conductas sexuales promiscuas e inseguras, así como los desórdenes alimentarios.
Suelen ser producto de alguna otra patología (deficiencia mental, autismo, etc.) o bien un síntoma de alguna otra dolencia, normalmente asociadas a problemas emocionales, estrés, distintas formas de abuso, etc. Se descarta que tengan una entidad nosológica propia.
Un aspecto a tener en cuenta es que estas conductas tienen que persistir en el tiempo para ser consideradas autolesivas. En ese sentido, no pueden considerarse tales aquellas producto de un impulso único, consecuencia de algún desequilibrio puntual o, incluso, de algún brote psicótico aislado.
Diversos estudios dan cuenta de las razones de quienes se autolesionan. 
 Expresan que autoagredirse les permite lidiar con sentimientos intolerables para ellos o, en otros casos, para poder experimentar alivio de estados de tristeza abrumadora, ansiedad, adormecimiento sentimental, estrés o presión del entorno.
Otro argumento que esgrimen para llevarlas a cabo es que de esa manera se sienten en control de sus cuerpos y sus mentes, para poder expresar sus sentimientos, para desentenderse de otros problemas, para purificarse, para resolver un trauma o para evitar que su dolor alcance a otros. También algunos las experimentan por simple placer o porque afirman que ello los provee de energía.
El denominador común es que realizar estas prácticas les reporta algún beneficio, desde su punto de vista. La realidad indica que se trata, generalmente, de enmascarar las causas, conocidas o desconocidas, de lo que los perturba, una forma de huir de lo que los perturba que no es tal.
Existen algunas creencias erróneas a su respecto.
Una de las más comunes es que las personas que se autolesionan buscan llamar la atención. Esta afirmación se desmiente cuando se observa que una de las características más notables de las CAL es su privacidad. En efecto, la mayor parte de estas conductas se realizan en el más estricto secreto e incluso la vergüenza y el miedo hacen que muchos de quienes incurren en estas acciones autoinjuriantes no busquen ayuda, aunque estimen necesitarla.
También suele catalogarse a estas personas como locas o peligrosas. Si bien es cierto que todas ellas tienen problemas de diversa índole (inclusive, algunos de orden psiquiátrico), raramente podrán presentar peligro para los demás, puesto que sus acciones se dirigen hacia su propia persona. Y para muchos de ellos, lesionarse es producto de angustia, ansiedad, depresión u otros problemas que, si bien necesitan tratamiento, poco tienen que ver con la locura. En todo caso, ese tipo de estigmatización, lejos de ayudar, complica y suele ahondar la sintomatología.
Suele creerse que las CAL llevan en sí una intención de muerte. Hay desacuerdo acerca de si los intentos de suicidio (sin la verdadera intencionalidad de cometerlo) entrarían dentro de su espectro. Si bien para algunos investigadores ello es así, para la mayoría, aunque puede haber una relación, se trata de entidades diferentes.
Tampoco entran en su consideración los suicidios, aunque quienes practican las CAL posean una mayor tendencia hacia él y los casos más graves pueden poner en riesgo la salud y hasta la vida de las personas, por más que esa no sea la intención.
En general, lejos de buscar la muerte, lo que estas acciones les proporcionan es alivio para un dolor anímico, espiritual, psíquico (o como quiera llamárselo), para el que no encuentran otra solución y con el que no pueden lidiar por sí mismos.
Otra creencia muy arraigada es que si las lesiones no son graves, la cuestión no es tan seria.
La magnitud del daño no se corresponde con el grado de sufrimiento asociado. Aunque los signos externos resulten minúsculos se hace necesario buscar ayuda.
Un aspecto a tener en cuenta es que en ciertas culturas, subculturas y grupos existen conductas rituales orientadas a la autoflagelación, como sucede en algunos grupúsculos religiosos o en determinados círculos adolescentes, pandillas, etc., que obedecen, además de a desequilibrios mentales, a cuestiones sociales, que, no por serlo, dejan de requerir asistencia.
Otra característica importante para destacar es que, según estudios realizados en los EE.UU., se ha verificado que aproximadamente el 50% de las personas que han concurrido en busca de soluciones para su problema ha sufrido distintas formas de abuso.


 Signos de CAL

Como lo más usual es que dichas conductas se hagan en la más estricta privacidad y provoquen vergüenza en quienes las asumen, también es frecuente que se busque ocultarlas. Ello hace que su detección por terceros resulte dificultosa.
De todas maneras, existen ciertos indicios que es necesario tener en cuenta para poder advertirlas. Para ello, hay que estar atentos a:
– Heridas y cicatrices inexplicables o mal explicadas y recurrentes: signos de cortes, moretones y heridas en pecho, brazos, muslos, muñecas, etc.
- Huellas de sangre frecuentes en la ropa, toallas, sábanas, etc.; hallazgos reiterados de gasas, algodones y/o telas con rastros de ellas.
- La presencia de objetos aguzados o cortantes entre las pertenencias de la persona, sin que se justifique su posesión.
- Inusual sufrimiento de accidentes como explicación de la aparición de marcas y heridas en el cuerpo.
- No descubrir el cuerpo: como forma de ocultamiento, las personas que recurren a las CAL prácticamente nunca dejan que otros vean las partes de su cuerpo donde aparecen los signos de su actividad. Así, no se muestran en traje de baño ni usan polleras o pantalones cortos y ni aun en pleno clima tórrido dejan de vestirse con prendas de manga larga, entre otras formas de esconder los vestigios de su proceder.
- Necesidad de largos períodos de soledad: sobre todo en su dormitorio o en el baño, donde no dejan que otros entren.
- Aislamiento, irritabilidad y baja autoestima: suelen mostrar poca sociabilidad y molestarse ante situaciones que no lo ameritan, mucho más cuando se inquiere acerca de la aparición de marcas en el cuerpo. Al mismo tiempo, tienen una imagen devaluada de sí mismos..


 

 Tratamiento

Como estas conductas son síntomas o consecuencias de otros problemas, resulta evidente que lo que se debe atacar es el mal de origen.
En ese sentido, existe una amplia gama de tratamientos psicológicos, psicoanalíticos y psiquiátricos que pueden ayudar a resolver la problemática de base, que puede complementarse con medicación, para aliviar temporariamente la sintomatología. En otros casos, los más extremos (es decir, aquellos en que el daño suele ser grande o en los que existan posibilidad de suicidio), los medicamentos se mantienen durante el tiempo en que persistan dichas conductas, lo que importa períodos prolongados e, incluso, en los más graves y resistentes puede abarcar toda la vida.
Los medicamentos más comunes que suelen utilizarse son el ácido valproico (un anticonvulsivo), que actúa como un regulador para los impulsos. Sus efectos secundarios incluyen náuseas, vómitos, trastornos intestinales, alopecía, alteración de ciclos menstruales y toxicidad hepática, por lo cual, como con todas las drogas, es necesario un control estricto.
También los antipsicóticos, del tipo risperidona, olanzapina, ziprasidona, quetiapina y aripiprazol, pueden utilizarse, aunque su suministro a niños se halla altamente controvertido, además de por el efecto adictivo que algunos de ellos pueden desarrollar, por las secuelas a largo plazo que es posible que se produzcan.
Entre sus consecuencias no deseadas, pueden llevar al aumento de la masa corporal, ansiedad, insomnio, baja presión arterial, sedación, náuseas, cefaleas y otros problemas serios.
La naltrexona puede resultar útil para coadyuvar en el tratamiento de aquellos que manifiestan recurrir a las CAL como formas de placer. Utilizado normalmente para el tratamiento de intoxicaciones con opiáceos (como codeína, morfina y heroína), bloquea las sensaciones placenteras, con lo cual se anula dicha percepción de placer ante las autolesiones. Entre sus efectos adversos más comunes se hallan confusión, malestar estomacal, ansiedad, dolor en las articulaciones o en los músculos.

 
Publicado Por : Aida Ortega y Adrian Betancort.
3 primeras publicaciones Aida Ortega.
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viernes, 3 de junio de 2016

¿Que Hacer Ante esta Conducta?

¿QUE HACER?

 Ante esta conducta, posiblemente habrá que indicar la hospitalización y proceder a una orientación diagnóstica que permita empezar la acción terapéutica de la patología asociada al acto suicida. El seguimiento deberá ser intensivo, y se deberán adoptar las medidas de restricción a nivel individual. Asimismo, deberá evaluarse la familia. Para la conducta ante un acto suicida (sea fallido o consumado) se ha seguido el protocolo sugerido por la Asociación Española de Psiquiatría del Niño y del Adolescente (AEPNyA), debidamente adaptado para aquellos médicos que atienden adolescentes. 


1.- EVALUACIÓN

 Lo primero que se recomienda ante una tentativa de suicidio es determinar la intencionalidad, el riesgo de muerte, la persistencia de ideas suicidas y la probabilidad de volver a cometer el acto suicida (protocolos) La información debe obtenerse de diversas fuentes, que incluyen al propio paciente, padres o cuidadores, informes escolares y cualquier persona que tenga relación directa con el niño. En adolescentes se considera importante también la información de los amigos y de la pareja. Hay que prestar atención al método utilizado y a cuántas veces se ha intentado previamente. La repetición de intentos suicidas y el uso métodos inusuales que comprometan seriamente la vida del paciente son predictivos de riesgo real de suicidio consumado. En caso de que la urgencia sea por ingestión de medicamentos u otras sustancias, el clínico debe evaluar si éstas son potencialmente letales y si fueron ingeridos como un acto impulsivo o por el contrario existía una planificación previa, de manera que pueda comprobarse si ésta implicaba realmente un intento suicida. 
El clínico debe ser cuidadoso e identificar a aquellos pacientes que tienen un riesgo potencial de muerte que presentan un trastorno mental asociado (depresión, manía, psicosis), abuso de sustancias, agitación e irritabilidad. Además de estos deben considerarse también los factores ambientales y sociales, tales como aislamiento, estrés, la existencia en el entorno de patrones de imitación e historia familiar de psicopatología (comportamiento suicida, enfermedad bipolar, abuso físico o sexual). Cuando se sospecha la existencia de abusos sexuales se recomienda investigar si han sido antes del intento o coinciden con la ideación o el intento suicida. 
Es además importante evaluar los motivos que han llevado al acto suicida, por ejemplo el interés por llamar la atención, el intento de modificar algo en las relaciones personales, acompañar a algún familiar que ha muerto, evitar una situación intolerable o la venganza. Se considera que si estos motivos no han sido satisfechos en el momento de la evaluación, el riesgo suicida persiste. En el suicidio consumado, es útil la autopsia psicológica, como técnica que permite identificar los factores de riesgo. Se trata de analizar y reconstruir, retrospectivamente, la situación que llevó a una persona a consumar el acto suicida. 
Se analiza cuidadosa y sistemáticamente todo lo que pasó en la vida de esta persona antes del suicidio y cuales fueron, en apariencia, los motivos que desencadenaron el suicidio. En estas autopsias psicológicas se destaca, a menudo, la baja frecuencia de consulta psiquiátrica o psicológica en discordancia con la elevada frecuencia de patología psiquiátrica, avisos de intención suicida e intentos de suicidio previos. La mayoría de los casos que estaban bajo consulta de salud mental no recibían tratamiento.

2.- ¿CÓMO EXPLORAR AL ADOLESCENTE QUE HA COMETIDO UN INTENTO DE SUICIDIO CON ESTA CONDUCTA?.

 Esta es una situación en la que se puede encontrar el médico que atiende adolescentes y, por lo tanto, necesita saber cómo actuar, por encima de sus sentimientos y emociones. El primer paso, fundamental, será la capacidad de establecer una relación positiva para así poder comprender el acto cometido.
 Esto supone interesarse por las razones probables y objetivos del intento (atención, venganza, muerte), el grado del intento de suicidio (letalidad, posibilidad de rescate, premeditación, grado de preparación), la valoración del riesgo actual, y la valoración de la problemática médica, así como de un posible diagnóstico psiquiátrico previo. Deberá interesarse por la historia de intentos previos y su desenlace y por la exposición o contacto con conductas suicidas (en amigos o familiares). También deberán valorarse los factores de riesgo (problemas con el alcohol, trastornos de conducta, incumplimiento de tratamientos previos, y el hecho de no vivir con familiares.
 El médico que atiende adolescentes puede encontrarse en una situación óptima para esclarecer los problemas a los que se enfrenta el adolescente con sus padres, con los compañeros, con la pareja, con la escuela… Más allá, deberá investigar sobre problemas con las drogas, dificultades en la aceptación de su orientación sexual, los antecedentes familiares de enfermedad mental, los antecedentes personales de abuso o de victimización, así como la carencia de un hogar estable. 
A pesar de que pueda parecer difícil, es importante que se interese por los sentimientos de trascendencia y espiritualidad. Muchos adolescentes agradecen poder discutir con el profesional suficientemente formado estos aspectos de su intimidad. En esta evaluación inicial deben identificarse las posibles personas de apoyo y hacer una valoración de la situación familiar.



TRATAMIENTO 

El adolescente que ha realizado un intento suicida debe ser hospitalizado si su condición física es inestable y/o no es posible predecir si realizará otro acto suicida en un plazo corto de tiempo. Dentro de las indicaciones para la hospitalización deben incluirse: la incapacidad del paciente para establecer una adecuada alianza terapéutica con el clínico, cuadros psicóticos, intoxicación severa (drogas y/ o alcohol), varios intentos suicidas previos, trastorno depresivo mayor (sobre todo si se asocia a síntomas psicóticos), Trastorno Bipolar con ciclos rápidos (o con irritabilidad e impulsividad), psicosis con alucinaciones (sobre todo si son mandatorias) y abuso de alcohol o drogas. En cualquier caso, se hace indispensable la consulta con el psiquiatra infanto-juvenil para que establezca la indicación pertinente. Pero, en caso de tentativas de suicidio, deberá procederse al ingreso hospitalario en caso de cualquier duda. De entrada, será importante la recuperación vital del paciente y evitar los daños de las lesiones producidas o posibles, así como la recidiva inmediata del daño y sus posibles secuelas. La conducta a seguir depende del tipo de lesión, el método utilizado, la clínica al momento del ingreso, la gravedad médica y el tiempo transcurrido desde el acto suicida hasta recibir la primera asistencia médica. En caso de intoxicación medicamentosa (psicofármacos o analgésicos), se deberá proceder al lavado gástrico y demás medidas de protocolo en el servicio de urgencias. Deberá establecerse consulta con el psiquiatra infantojuvenil cuando el adolescente ya no presente riesgo suicida evidente y su vida esté fuera de peligro. Hay que evitar culpabilizar al paciente, pues necesita apoyo y respeto hacia su intimidad. Deben evitarse actitudes punitivas o denigrantes. Jamás debe adoptarse una actitud reduccionista o que minimice el acto suicida. La valoración psiquiátrica seguirá su curso y establecerá una orientación diagnóstica, con el consecuente tratamiento a seguir. Éste incluirá, posiblemente, tratamiento farmacológico y psicoterapéutico. El psiquiatra infantojuvenil será quien prescriba el tratamiento farmacológico adecuado, según la sintomatología y de acuerdo con una diagnóstico funcional. La psicoterapia es un componente muy importante en el tratamiento de los intentos suicidas asociados a trastornos mentales. La psicoterapia debe ajustarse a cada paciente. La terapia cognitivo-conductual se ha mostrado como la más eficaz. Se ha generado gran controversia con el uso de los antidepresivos inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) como tratamiento para la depresión en niños y adolescentes. Los ensayos clínicos realizados demuestran una evidente eficacia antidepresiva de los ISRS, así como una eficacia protectora “antidepresiva”.(11) El uso de medicación estimulante en el tratamiento de pacientes adolescentes suicidas y co-diagnóstico de TDAH no está contraindicado.




PREVENCIÓN DE LAS CONDUCTAS SUICIDAS E AUTODESTRUCTIVAS.

 El suicidio de un adolescente es un hecho dramático. Es importante centrar los esfuerzos en la prevención, que debería ser una cuestión prioritaria en nuestros programas de salud. Y en esta tarea deben concienciarse y participar todos los sectores de la sociedad. Es lamentable que se inviertan escasos recursos en el conocimiento de la realidad de la salud mental de los adolescentes (se habla mucho; se conoce poco) y en la prevención del suicidio. 

- Intervenciones eficaces para regular la capacidad de adaptación ante los acontecimientos vitales estresantes. Este aspecto es muy amplio y sugiere la necesidad de educar al niño en la comprensión de los límites, en la capacidad de reaccionar ante las situaciones frustrantes, y en la resiliencia. Es importante la intervención activa de los profesionales de atención primaria y de los educadores y docentes. 

- La correcta detección de los trastornos psiquiátricos pasa por el obligado reconocimiento de los psiquiatras infantojuveniles y la necesidad de la psicofarmacología en el tratamiento de estos trastornos. Existe todavía una “psicofarmacofobia” en nuestra sociedad. El 90 % de los casos de suicidio no han recibido tratamiento. Se sabe, por otra parte, que en muchos pacientes que han consumado el suicidio, se encuentran niveles bajos de serotonina. 

- Este punto va ligado con la intervención social para reducir la estigmatización de la enfermedad mental y del suicidio. - Es importante que aquellos profesionales que tratan con adolescentes reciban la educación necesaria para detectar aquellos que presentan un riesgo de conducta suicida. - Se ha defendido la posibilidad de un screening sistemático en alumnos de enseñanza secundaria. Serviría para detectar síntomas depresivos, reconocer la importancia de trastornos anímicos, y de riesgo de suicidio en atención primaria.

 - Es importante acercar los servicios de salud al adolescente. El 83 % de los suicidas han contactado con el médico el mismo año, y el 66 % durante el mismo mes. ¿Estaba preparado el médico para sospechar el dolor anímico de su paciente? 

- Entendemos como “gatekeepers” aquellas personas próximas al adolescente y que pueden hacer de intermediarios: maestros, técnicos de emergencias, policía, bomberos, personal de recursos humanos. Requieren formación específica (no basta la buena voluntad). Y esta formación incluye preparación teórica y emocional, y siempre dentro de una red de comunicación. 

- Es importante reducir la posibilidad de acceso a los métodos letales: armas de fuego, pesticidas, fármacos… También, a nivel urbano, proteger los desniveles importantes y los accesos a las vías del ferrocarril. 

- El control del impacto mediático es importante, pero de difícil control desde la aparición en internet de webs específicas de apoyo al suicidio. 

Y, no por ser menos importante, dejo para el final el tema de la espiritualidad. En un mundo cada día más tecnificado, se olvidan, a menudo, los aspectos trascendentes de la persona. Se planifican las actividades docentes y las extraescolares para dar muchos contenidos al niño y al adolescente. Pero no se invierte suficiente tiempo en enseñar a pensar, en incrementar la posibilidad de buscar un sentido de trascendencia a la vida.
 El laicismo no está reñido con la espiritualidad. Y la espiritualidad se educa desde la lectura pausada, la escucha atenta de la música, el paseo sin prisas por el monte, la contemplación de un paisaje, etc. Se trata de actividades que pueden parecer inútiles pero que suponen una gran barrera protectora para el niño que deberá afrontar un mundo cada día más complicado.


Suicidio e Intento de Suicidio con esta Conducta

Suicidio e Intento de Suicidio con esta Conducta.

Tener ocasionalmente pensamientos suicidas no es anormal. Forman parte del proceso normal de desarrollo en la infancia y adolescencia, cuando se intenta elucidar los problemas existenciales, y cuando se trata de comprender el sentido de la vida y la muerte. Más de la mitad de los jóvenes que cursan estudios superiores secundarios, informan que tuvieron pensamientos suicidas. No es de extrañar que el médico que atiende adolescentes encuentre en más de una ocasión con un adolescente que le manifiesta una intencionalidad suicida. Surgen siempre los interrogantes de hasta qué punto aquel adolescente puede estar dispuesto a poner fin a su vida. Es evidente que los jóvenes necesitan discutir estos asuntos con los adultos y, a veces, el médico es el principal interlocutor.

Los pensamientos suicidas se vuelven anormales cuando ven en la realización de estos pensamientos la única salida para sus dificultades. Existe entonces un serio riesgo de suicidio o intento de suicidio. Los adolescentes que han intentado, en alguna ocasión, el suicidio, suelen ser más autoexigentes, más introvertidos, y más vulnerables para la desesperanza. Suelen negar estas ideas y rehúyen hablar sobre las mismas. Su salud integral exige una vigilancia enorme, pues pueden acabar consiguiendo su objetivo. En la ideación suicida el adolescente puede elaborar planes sobre el hecho suicida: tiempo, lugar y modo. Piensa, además, en el impacto que este acto causará en su entorno. La noticia sobre el suicidio de algún personaje mediático puede suponer el paso de la ideación al acto. 

¿Suicidio o accidente? Es un tema poco estudiado y que merece especial atención. Se trata de adolescentes que, con una intención más o menos definida, se ponen en situación de riesgo (en el alfeizar de una ventana, cortar las venas,…). No buscan morir. Juegan con la muerte para conseguir alguna atención de los adultos. El problema está en la posibilidad de que el adolescente pierda en control en estas acciones, que, sin quererlo, pueden acabar en exitus debido a un accidente. Es el caso del adolescente que se cortó las venas sabiendo que sus padres no tardarías más de media hora en llegar. Pero el retraso fortuito de los padres convirtieron aquel acto de amenaza en un acto suicida involuntario. Siempre nos quedará la duda sobre cuál era el deseo de muerte y con que intensidad era percibida por el adolescente (Figura 2). Evidentemente, estas muertes accidentales “extrañas” pueden ser un sesgo importante a la hora de estudiar la incidencia del suicidio entre la población adolescente. La conducta suicida no puede ser entendida como un acto aislado. Se trata, más bien, de un proceso largo, muy a menudo asociado a trastornos psiquiátricos que, en muchos casos, no son ni diagnosticados ni tratados (3). El inicio de la conducta suicida está en la ideación suicida, a la que sigue un plan que lleva al intento y, en función del umbral constitucional de cada persona, a la consumación del acto.


INCIDENCIA.

No es fácil establecer la incidencia del suicidio en adolescentes. Existen pocos estudios y la mayoría se centran en los suicidios consumados, pues son los que se registran (y no todos). Las cifras actuales subestiman la prevalencia real. El suicidio consumado es más frecuente en varones (5,5:1), mientras que la ideación y el intento suicida es más frecuente en mujeres. Por cada adolescente que consuma un suicidio, 400 chicos y 4000 chicas realizan un intento. A pesar de la carencia de datos, se considera que el suicidio es la segunda causa de muerte en personas de entre 15 y 24 años. El Instituto Nacional de Estadística (INE), siguiendo los estándares internacionales en la materia, ha suprimido los boletines del suicidio y, desde 2007, obtiene la información estadística a partir de la información que ofrece el mismo boletín sobre las causas de muerte. Los datos que recoge el INE, en valores absolutos, se muestran en la figura 4. Se observa un notable incremento de suicidios consumados en varones entre 15 y 19 años. De todas maneras, estos datos no son del todo fiables. En algunas (¿pocas o muchas?) circunstancias, el facultativo que firma el certificado de defunción, a petición de la familia, hará constar, como causa, un accidente letal. Siempre supone un relativo alivio para los padres el hecho de “creerse” (con más o menos convicción) que el hijo no ha puesto fin a su vida de manera voluntaria.

FACTORES DE RIESGO.

 La mayoría de los adolescentes suicidas presentan diversos factores que aumentan individualmente su vulnerabilidad a la aflicción emocional y al sufrimiento; elementos que, de forma acumulada, pueden dar lugar a conductas suicidas reales. A mayor número de factores de riesgo y menor número de factores de protección, más aumenta el riesgo de conducta suicida. Consideramos, en primer lugar, los factores de riesgo fijos, poco modificables a pesar de los tratamientos. Por ejemplo, suponen un riesgo importante el intento previo de suicidio y la ideación suicida del momento. También debe considerarse la orientación homosexual, que aumenta el riesgo al suicidio, debido a las persistentes actitudes homofóbicas de nuestra sociedad. No podemos olvidar los problemas derivados de un déficit de vinculación afectiva, que deja al adolescente muy desamparado. Se trata de una situación a tener en cuenta especialmente en niños procedentes de adopciones internacionales. Y existen los factores de riesgo modificables, que incluyen las enfermedades mentales, la desesperanza, el acceso a métodos letales, la interrupción de un tratamiento psiquiátrico, el aislamiento social y la enfermedad crónica. Y en nuestro mundo tecnificado, no podemos olvidar el vacío espiritual que invade a nuestros adolescentes y la falta de autotrascendencia. En cualquier caso, el deseo de morir asociado a la ideación suicida aumenta el riesgo de la conducta suicida.

FACTORES DE PROTECCIÓN.

 En contraste a la abundancia de estudios sobre los factores de riesgo de suicidio en niños y adolescentes, existen muy pocos estudios sobre los factores de protección. Deben ser considerados para planificar la prevención. Los principales son:

 1.- Factores individuales:

 a. buenas habilidades sociales. 
 b. confianza en sí mismo, en su propia situación y logros. 
 c. búsqueda de ayuda cuando surgen dificultades, por ejemplo, en el trabajo escolar. 
 d. búsqueda de consejo cuando hay que elegir opciones importantes. 
 e. receptividad hacia las experiencias y soluciones de otras personas.  
 f. receptividad hacia conocimientos nuevos 
 g. capacidad trascendente; espiritualidad. 

2.- Factores familiares: 

a. buena relación con los miembros de la familia. 
b. apoyo de la familia. 

3.- Factores culturales y sociodemográficos:

a. integración social, por ejemplo participación en deportes, asociaciones religiosas, clubes y otras actividades. 
b. buenas relaciones con sus compañeros. 
c. buenas relaciones con sus profesores y otros adultos. 
d. apoyo de personas relevantes. 

Estos factores de protección se basan en la idea de “Resiliencia” y en la capacidad para hacer frente a las situaciones frustrantes de cada día.



LO QUE LLEVA AL SUICIDIO

 En circunstancias particulares, el comportamiento suicida es más común en algunas familias que en otras debido a factores genéticos y medioambientales. El análisis muestra que todos los factores y situaciones descritas más adelante, se asocian frecuentemente con intentos de suicidio y suicidios entre niños y adolescentes; pero es necesario recordar que no necesariamente están presentes en todos los casos. Es importante destacar, también, que los factores y situaciones que se describen admiten una gran variedad en función de las situaciones sociales, culturales, políticas y económicas de cada grupo humano. 

1.- Trastornos psiquiátricos. 
Detrás del 90 % de los suicidios se esconde una enfermedad mental. Entre ellos, el 60 % corresponde a depresión mayor y a trastorno bipolar. Siguen los trastornos psicóticos. Son menos habituales los síntomas independientes como ansiedad, agitación, alteración del sueño y trastornos psicosomáticos, así como los cambios de carácter y la labilidad afectiva e irritabilidad. El riesgo aumenta cuando a los trastornos psiquiátricos se asocia el abuso de sustancias. Es importante considerar, en las enfermedades mentales, el umbral o diátesis que hace vulnerable al paciente para el suicidio: la impulsividad, el pesimismo, la inflexión cognitiva. Se ha relacionado con niveles bajos de serotonina. 

Depresión. La combinación de los síntomas depresivos y comportamiento antisocial ha sido descrita como el antecedente más común del suicidio en los adolescentes.(6). Casi las tres cuartas partes de los adolescentes con conductas suicidas han mostrado uno o más síntomas de depresión y pueden sufrir un grave trastorno depresivo. Es importante que el médico que atiende adolescente sea capaz de identificar la sintomatología depresiva en el adolescente y pueda remitirlo al psiquiatra infantojuvenil. Deben valorarse siempre los síntomas psicosomáticos en el niño y en el adolescente. Mientras que la depresión mayor está altamente correlacionada con el suicidio en mujeres, en los varones, éste está más relacionado con un intento previo, consumo de alcohol, abuso de drogas y comportamientos impulsivos. Hay conductas que deben ser vigiladas especialmente, tales como: retraimiento, cambios de humor, disminución en el rendimiento escolar, pérdida de la iniciativa y de la autoestima, llantos repentinos, alteraciones en el sueño, pérdida de apetito y actividad motora disminuida. Pero, aunque los síntomas depresivos suelen ser comunes en adolescentes suicidas, la depresión no es concomitante con las conductas suicidas. Los adolescentes pueden suicidarse sin estar deprimidos y pueden estar deprimidos sin ideación suicida. 

Trastornos psicóticos y trastorno bipolar. Entre los adolescentes afectados por trastornos psiquiátricos graves (esquizofrenia, trastorno bipolar),el riesgo de suicidio es muy alto. Suele tratarse de pacientes en los que se pueden sumar varios factores de riesgo. No es rara en ellos la patología dual. 

Trastornos de personalidad. Dentro de los trastornos de personalidad asociados al suicidio, el diagnosticado con más frecuencia es el Trastorno Límite de Personalidad (a veces confundido con el TDAH si no existe un buen diagnóstico diferencial). Otro grupo importante es el de pacientes con personalidad histriónica. 

Trastornos de ansiedad. Existe una asociación entre trastornos de ansiedad y los intentos de suicidio en los varones, siendo menos clara en mujeres. Los rasgos de ansiedad aparecen como relativamente independientes de la depresión, en su efecto sobre el riesgo de comportamiento suicida, lo cual sugiere que debería establecerse y tratarse la ansiedad de los adolescentes, con riesgo de comportamiento suicida. También los síntomas de ansiedad pueden manifestarse en forma de molestias psicosomáticas. 

Abuso de alcohol y drogas. El consumo excesivo de drogas y alcohol también es muy frecuente entre los niños adolescentes que cometen suicidio. En este grupo de edad, la cuarta parte de los pacientes suicidas habían consumido alcohol o drogas antes del acto.
 
Trastornos alimentarios. Las jóvenes anoréxicas sucumben frecuentemente a la depresión y el riesgo de suicidio es 20 veces mayor que para los jóvenes en general. 


2.- Factores culturales y sociodemográficos.
El bajo estatus socioeconómico, el bajo nivel educativo y el desempleo en la familia son considerados factores de riesgo. En este grupo deberíamos incluir los adolescentes procedentes de la inmigración. Estos factores culturales se vinculan con la escasa participación en las actividades tradicionales de la sociedad, así como el conflicto con los valores de los diversos grupos. Hay que prestar especial atención a los niños y jóvenes que carecen de raíces culturales, pues pueden desarrollar tienen marcados problemas redacción de identidad y, a menudo, carecen de un modelo para la resolución de conflictos. En algunas situaciones de estrés pueden recurrir a comportamientos autodestructivos tales como el intento de suicidio o el suicidio. Hay que insistir, en este apartado, al riesgo que se incrementa en aquellas situaciones de inconformismo de género y de orientación sexual. Los niños y los adolescentes que no son aceptados abiertamente en su cultura por su familia y sus compañeros o por su escuela y otras instituciones tienen serios problemas de integración y carecen de los modelos de apoyo para un desarrollo óptimo.

3.- Patrones familiares y eventos negativos durante la niñez.
 Los patrones familiares destructivos y los acontecimientos traumáticos en la niñez temprana afectan la vida de los jóvenes, especialmente si no pudieron superar el trauma. 
Entre las disfunciones familiares y los acontecimientos de vida negativos y desestabilizadores que se encuentran a menudo en los niños y adolescentes suicidas tenemos:

 - Psicopatología de los padres con presencia de desórdenes psiquiátricos, en particular emocionales. 

- Abuso de alcohol y sustancias, o comportamiento antisocial en la familia. - Antecedentes familiares de suicidios e intentos de suicidio. 

- Familia violenta y abusiva (incluyendo abusos físicos y sexuales del niño).
 
- Escasez de cuidados por parte de los padres o cuidadores, escasa comunicación dentro de la familia. 

- Peleas frecuentes entre los padres o cuidadores, con agresión y tensiones. 

- Divorcio, separación o muerte de los padres o cuidadores.

 - Mudanzas frecuentes, excesivos cambios de residencia.

 - Expectativas demasiado altas o demasiado bajas por parte de los padres o cuidadores. 

- Padres o cuidadores con autoridad excesiva o inadecuada. 

- Falta de tiempo de los padres para observar y tratar los problemas de aflicción emocional de los adolescentes; ambiente emocional negativo con rasgos de rechazo o descuido. 

- Rigidez familiar 

- Familias adoptivas o afines; siempre en función de los posibles trastornos del vínculo afectivo del niño y la situación emocional de los padres adoptivos.

Se trata de patrones familiares que, muchas veces pero no siempre, caracterizan las situaciones de los adolescentes que intentan o cometen suicidio. Muchos adolescentes que se suicidan provienen, a menudo, de familias con más de un problema, acumulándose los riesgos. En algunas ocasiones se trata de adolescentes que quieren ser leales a sus padres y no desean revelar secretos familiares o se les prohíbe hacerlo, y que se abstienen de buscar ayuda fuera de la familia.

4.- Estilo cognitivo y personalidad.
 Existen unos rasgos de personalidad que se observan frecuentemente durante la adolescencia, pero que también se asocian con el riesgo de intento o de suicidio consumado. Su utilidad es limitada, pero deben tenerse en cuenta, especialmente cuando hay acumulación de estos rasgos. Son: 

- Humor inestable, enojo o agresividad. 

- Comportamiento antisocial.

 - Conductas irreales, representación de fantasías.

 - Alta impulsividad. 

- Irritabilidad. 

- Rigidez de pensamiento y de cumplir con patrones. 

- Escasa habilidad para solucionar problemas y afrontar dificultades. 

- Inhabilidad para entender la realidad. 

- Tendencia a vivir en un mundo ilusorio. 

- Fantasías de grandeza alternando con sentimientos de desvalorización. 

- Se defrauda fácilmente. 

- Ansiedad excesiva frente a pequeños malestares físicos o pequeñas decepciones.

 - Petulancia. 

- Sentimientos de inferioridad y de incertidumbre que se esconden bajo manifestaciones abiertas de superioridad, comportamiento provocador o de rechazo hacia los compañeros y adultos incluyendo a los padres. 

- Incertidumbre con relación a la identidad de género u orientación sexual. 

- Relaciones ambivalentes con los padres, otros adultos y amigos. 

Existen pocos estudios sobre el temperamento y el carácter de los jóvenes que cometen actos suicidas. Tampoco se ha investigado a fondo cuales son los rasgos más específicos de personalidad. La dificultad del abordaje familiar se impone en muchas ocasiones.

5.- Intentos previos de suicidio.
 Es muy importante considerar especialmente cualquier intento de suicidio, haya sido un episodio único o recurrente, asociado o no a trastorno psiquiátrico.

6.- Acontecimientos negativos de la vida cotidiana.
 Cabe considerar estos acontecimientos vitales en adolescentes que se muestran vulnerables frente al estrés, junto al estilo cognitivo y a los rasgos de personalidad antes mencionados. El riesgo de suicidio aumenta cuando existen antecedentes de situaciones estresantes negativas experimentadas en edades muy tempranas de la vida. Se trata de adolescentes con dificultades para manejar los acontecimientos vitales negativos y, con frecuencia, el acto suicida va precedido de alguna situación de estrés, capaz de reactivar los sentimientos de desamparo, desesperanza y abandono. Entre estos acontecimientos vitales encontramos:

 - Situaciones que pueden ser experimentadas como daño o agravio, a pesar de no serlo cuando se evalúan de manera objetiva. Son situaciones que pueden ser percibidas por el adolescente como una amenaza directa hacia su propia imagen, sufriendo un sentimiento de dignidad personal herida..

 - Problemas familiares. 

- Separación de los amigos, de la pareja, de los compañeros de clase, etc..

 - Muerte de una persona querida u otra persona importante. - Término de una relación amorosa.

 - Conflictos interpersonales o pérdidas. 

- Problemas legales o disciplinarios.

 - Presión del grupo de compañeros o aceptación autodestructiva por parte de los mismos. 

- Sometimiento y victimización. 

- Decepción con los resultados escolares y fracaso en los estudios. 

- Altas exigencias en el colegio durante los períodos de exámenes. 

- Falta de empleo y problemas económicos. 

- Embarazo no deseado, aborto. 

- Infección con VIH u otras enfermedades de trasmisión sexual.

 - Enfermedad física grave.

 - Desastres naturales.


SIGNOS DE ALARMA.

Hay que prestar especial atención a unos signos que, en situación de vulnerabilidad, pueden preceder a un acto suicida (fallido o consumado). Son:

 - Regalar los objetos más entrañables a los amigos y personas allegadas. 

- Aislamiento. 

- Disminución de participación en situaciones placenteras. 

- Consumo de tóxicos. 

- Tristeza y melancolía. 

- Discusión sobre posibles planes de suicidio.



conducta Autodestuctiva en los adolescentes








Conducta Auto Destructiva y Auto Lesivas en los Adolescentes.


Las auto lesiones constituyen un importante problema en la salud integral del adolescente. Existen pocas publicaciones, procedentes, en su mayor parte, de los servicios de urgencias de los hospitales. El sesgo es importante: vemos solamente la punta del iceberg de estas conductas. Pero no podemos simplificar estas conductas ni entenderlas, simplemente, como una demanda de atención. La conducta auto lesiva consiste en la provocación de un daño de forma deliberada en el propio cuerpo, principalmente a través de cortes; pero también en forma de quemaduras y abuso de drogas, alcohol y otras sustancias. Suponen una manera de afrontar sentimientos difíciles que crecen dentro de uno mismo. Los adolescentes afrontan estos sentimientos de distinta manera, y eso lleva en ocasiones a conductas como pellizcarse la piel, realizar una ingesta medicamentosa o tirarse del pelo. En cualquier caso, se trata de un motivo de consulta frecuente en muchos servicios sanitarios. 

PREVALENCIA 

Parecía que estas conductas se habían estabilizado, pero últimamente están reapareciendo y aumentando su incidencia entre adolescentes. Los datos sobre prevalencia son dispares, oscilando entre el 1 % y el 6,5 %. Suelen ser más frecuentes en hombres que en mujeres. A menudo los padres ignoran estas auto lesiones. Las auto lesiones aumentan en jóvenes diagnosticados de patología psiquiátrica, especialmente en casos de depresión, trastorno bipolar, trastorno de conducta y trastorno de ansiedad. Actualmente, se hace imprescindible una correcta unificación de criterios para mejorar el diagnóstico y abordaje de este tipo de conductas, así como un mayor número de estudios que aporten información que sin duda sería útil para los clínicos que atienden habitualmente a estos jóvenes.


FACTORES DE RIESGO

 Están en función de las características personales y del entorno de los adolescentes:

 1. Características personales. Especialmente, cuando existe escasa capacidad para la resolución de problemas, y elevados niveles de impulsividad, desesperanza, ira y hostilidad. 

2. Trastornos psiquiátricos. Especialmente, depresión, trastorno de conducta, y patología dual, asociada al consumo de substancias. 

3. Características familiares. Desde la convivencia con un solo progenitor (50%) hasta otros problemas de convivencia entre los padres, o escasa calidez en las relaciones familiares.

 4. Los medios de comunicación. La publicidad dada a través de los medios de comunicación sobre un caso de suicidio puede incrementar los suicidios. Existe un pacto de silencio en prensa y televisión sobre suicidios reales. Pero no existe tal pacto para las series televisivas en que aparecen suicidios ficticios. Estos programas televisivos tienen especial importancia en adolescentes de 14 años.



DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO.

 Para el diagnóstico es imprescindible la colaboración del psiquiatra infantojuvenil. La aproximación diagnóstica comprende la valoración más ajustada de cuál ha sido el acontecimiento que ha provocado esta conducta (acontecimientos vitales, motivos y circunstancias, posible abuso de alcohol y otras circunstancias del entorno que puedan hacer prever una ideación suicida) y la realización de una correcta y completa historia clínica: antecedentes familiares de depresión, alcoholismo, otro trastorno psiquiátrico o suicidio, conductas autolesivas previas, trastorno psiquiátrico previo ( diagnóstico y tratamiento), evidencia de alguna enfermedad médica actual o previa. El profesional competente realizará un examen del estado mental y se intentará llegar a un diagnóstico psiquiátrico o, cuanto menos, un diagnóstico funcional. Es importante evaluar cuidadosamente el riesgo suicida y la repetición de la conducta autolesiva. El tratamiento estará en función del diagnóstico. Por lo que se refiere a la psicoterapia, habrá que actuar sobre la capacidad en solución de problemas, terapia cognitivo conductual, entrenamiento en habilidades sociales, y autocontrol de la ira. Muy a menudo se necesitarán técnicas de terapia familiar.





lunes, 30 de mayo de 2016



Conducta Auto Destructiva
La  conducta auto destructiva del ser humano es un concepto originado en los estudios sobre psicología y sociología. Comprende todas las conductas orientadas hacia la autodestrucción, indirecta o directa, del propio individuo o grupo.
La conducta auto destructiva es la conducta orientada hacia el daño a uno mismo, bien buscando un daño inmediato (estas son las CAD: conductas auto destructivas directas, como golpes y heridas intencionadas, quemaduras, cortes...que en última instancia hablaríamos del suicidio) o bien mediante un daño que no tiene por qué mostrar sus efectos en el mismo momento, sino que es de carácter acumulativo y sus efectos negativos se ven con el paso del tiempo (estas son las CAI: conductas auto destructivas indirectas, como mantener relaciones sexuales sin protección, practicar deportes extremos, consumir drogas, adicciones al juego, alteraciones en la conducta alimentaria.)
Estas conductas suelen ser mas comunes en sujetos jóvenes como adolescentes y desde luego en pacientes con trastornos de la personalidad como trastorno limite, etc.
En tanto que las conductas para-suicidas  suelen ser llamadas a las conductas que pueden llevar al paciente a la muerte, como el conducir temerariamente alcoholizada.

Síntomas y hábitos


Comportamiento auto destructivo puede ocurrir en muchas formas, algunas extremas, otras no tan extremas. Los síntomas y / o hábitos de comportamiento auto destructivo incluyen los siguientes puntos:
  1. Pensamientos auto destructivos: Esta es una forma inconsciente de la conducta auto destructiva, porque da lugar a profecías auto cumplidas. Los ejemplos incluyen pensamientos tales como: “Voy a fallar, lo sé”, “Nunca voy a salir con vida”, “Esto me va a destruir por completo”, etc.
  2. El no tomar medidas: Este es un síntoma pasivo, pero aun así auto destructivo. Cuando sabemos que algo es malo para nosotros, pero no tomamos ninguna medida para remediarlo o evitarlo, estamos esencialmente estableciendo nuestro propio fracaso.
  3. El exceso de alimentación: Esta es una mala costumbre que da lugar a muchos problemas de salud a largo plazo.
  4. Privarse de comer: Muchos se engañan a sí mismos pensando que se están beneficiando en cuanto a salud. Pero la verdad es que comer por debajo de las necesidades, nos señala generalmente una carencia auto-imagen positiva, además de otros problemas psicológicos.
  5. Incompetencia forzada: Esto significa que uno se ve a sí mismo como poco inteligente o incapaz de lograr algo con éxito. La incompetencia forzada generalmente se debe a una falta de confianza en las habilidades propias, y puede funcionar como un mecanismo de autodestrucción, por ejemplo a nivel académico.
  6. Dañar a otros: Siembra lo que recogerás, así que si te comportas mal con los otros, ellos te pagarán con la misma moneda en un momento u otro. La influencia negativa que estas actitudes tiene sobre los demás, ya sea con palabras o hechos, con el tiempo se manifestará en tu vida (por ejemplo, rechazo, aislamiento, menosprecio, enfermedades, asuntos legales, etc.).
  7. La auto lesión: La auto lesión es un signo de odio a uno mismo y es mentalmente y físicamente destructivo en todos los sentidos.
  8. La auto compasión: Esta es una forma inconsciente manifestada de comportamiento auto destructivo. La auto compasión es destructiva porque nos anima a permanecer inactivos (es decir, revolcándonos en nuestras desgracias), en lugar de tomar un enfoque pro-activo hacia la vida.
  9. Abuso de drogas y de alcohol: Una forma evidente de comportamiento auto destructivo, es sin duda el abuso en el consumo de drogas y alcohol. Este comportamiento crea una infinita miseria en la vida de los adictos, sus amigos y familiares.
  10. El suicidio social: El suicidio social es el acto de, deliberadamente, alienarse a sí mismo de sus compañeros. Esto podría ser a través de una variedad de comportamientos sociales irritantes, antisociales o desprecios.
  11. Ocultación de emociones: Al no reconocer las emociones negativas (y, a veces positivas), se crea una gran cantidad de enfermedades mentales, emocionales y fisiológicas. Esta es otra forma de comportamiento auto destructivo inconscientemente manifestado.
  12. Negarse a ser ayudado: Apartándose de los consejos, negándose a ir a rehabilitación, evitando el psicólogo… no querer ser ayudado gritos “Yo no me preocupo por mi bienestar”, es como ejercer un auto sabotaje.
  13. Auto sacrificio innecesario: Algunas personas se encuentran atados en relaciones inútiles y sin amor, porque eso es todo lo que han conocido por una gran parte de sus vidas. El auto-sacrificio innecesario, es una buena manera de hacer que uno se sienta “noble” y “altruista”, mientras que enmascara el acto de auto-sabotaje: renunciar a esperanzas, sueños y pasiones que hacen verdaderamente feliz.
  14. Gastar en exceso: Ya sea a través de los juegos de azar, o realizando compras constantes, un gasto excesivo puede parecer inusual tener en esta lista, pero sin embargo es una forma de comportamiento auto destructivo que limita la libertad y la paz de la mente.
  15. La negligencia física: Permanecer de forma continuada con falta de sueño, negarse a hacer ejercicio, comer alimentos poco saludables, y no mantener el bienestar general de su cuerpo, son todos los signos clásicos de comportamiento auto destructivo.
  16. La negligencia mental: No hacer nada para mantener un cierto nivel de salud psicológica ni intentar poner solución a problemas como por ejemplo, el estrés, la ansiedad, la depresión, la paranoia, el TOC, etc., retrasa el proceso de curación, dando lugar a problemas significativos a largo plazo.
  17. Sabotear relaciones: Estas acciones involucran una gran variedad de comportamientos destructivos como los celos, la posesividad, la manipulación emocional, la necesidad, la violencia y así sucesivamente. Cuando no nos sentimos dignos de amor, inconscientemente manifestamos esto en nuestras relaciones a través de la manera que nos comportamos con ellas.
                                      
La persona auto destructiva exhibe conductas conscientes e inconscientes que sabotean su propia salud, felicidad y el cumplimiento de logros a largo plazo. Es importante recordar que todo tiene solución, sólo es cuestión de aceptar esta condición, e intentar poner remedio a todos estos contraproducentes. Conviértete de una vez por todas, en tu mejor amigo.

Causas

1. Respuesta ante una frustración. Es un sentimiento de enojo que en ocasiones se expresa a través de acciones que tienen como objetivo el de lastimarse a sí mismo.

2. Llamar la atención. Esta conducta es menos violenta; ejemplo, es rascarse excesivamente o morderse los labios. El objetivo es atraer el afecto de la gente que lo rodea.

3. Consecuencia de una agresión. Ya sea en casa o en la escuela, este tipo de conductas pueden ser respuesta de algún tipo de violencia que esté  recibiendo el niño.

4. Puede ser estimulante. Sobre todo en un contexto solitario.  Para estos niños es la única manera de recibir cariño, infringiéndose dolor.